miércoles, 4 de agosto de 2010

LA NIÑA QUE SOÑABA CON FINALES FELICES


Dedicado a todas las Niñas que amaron y perdieron, ellas se reconocerán.

Erase una vez, una Niña que soñaba con el hombre perfecto. Había tenido varios intentos infructuosos pero no perdía la esperanza, pues ella creía que sí había finales felices.

La Niña trabajaba de camarera desde que acabó el instituto con 18 años. Ella tenía otras metas profesionales, había estudiado lo que le gustaba mientras trabajaba pero no siempre se podía trabajar de lo que una deseaba en el país de esta niña.

Un día, mientras le ponía un café a un chico detrás de una barra, sucedió algo que ella no podía imaginar. Estuvieron hablando durante un largo rato, sobre la vida, sobre el trabajo, una charla muy agradable, dónde rieron y también se pusieron serios si el tema lo requería.

Le dijo una frase que nunca podría olvidar, le dijo que tenía muchos lunares en la cara y que se decía que las personas con muchos lunares, son personas muy afortunadas, y la Niña le respondió: “tú también tienes muchos lunares” y entonces los dos eran muy afortunados. Realmente parecía que sí lo eran, tanto tiempo conociéndose y sólo hoy habían visto a la persona que había detrás de sus fachadas!, esto es algo muy habitual en nuestros días.

Un día hubo una fiesta porque inauguraban un local de su empresa, había vino y tapas y muuuuucha gente. De todos es conocido que en estos eventos , hay varios perfiles de gente: los que van porque tienen interés en conocer el local , los que tienen aprecio a sus dueños y quieren felicitarlos y hacerles llegar su energía, los que van porque regalan una copa de vino y nunca más volverán.

Destacaba de toda esta gente, una mesa con dos amigas que se lo pasaban muy bien, riéndose de sus cosas y de los perfiles que antes se nombraban, disfrutando de su libertad, poniéndose el mundo por montera.
Y entonces llegó el Chico, el más afortunado, se acercó a la Niña que estaba sentada en esta mesa, venía con un amigo y los cuatro se sentaron a disfrutar de aquella noche que se iba volviendo muy especial.

Al final, de la noche, la Niña protagonista de esta historia estaba ya bastante mareada, demasiadas copas de vino, no estaba muy acostumbrada. El local estaba ya cerrando y todos se iban a un pub cercano a continuar la fiesta. El Chico afortunado se ofreció a llevarla en su coche, también le dolían los pies, cómo en todas las grandes ocasiones llevaba zapatos nuevos.
Y de camino al local, la Niña miró a los ojos al chico y no sabía si por el vino ó por alguna extraña fuerza desconocida, de repente dijo la verdad en todo este tiempo que se habían conocido: “No quiero ir, quiero irme contigo, lejos de aquí”. Él la miró, sin ninguna muestra de sorpresa, esperaba sus palabras desde hacía tanto tiempo!, y giró el volante de manera brusca y torció su rumbo, los dos rieron a carcajadas, hasta llegar a su destino.

Una barandilla y el mar de fondo, este era su sitio, aquí estarían a salvo. Así era cómo la Niña se sentía con él, a salvo. No se bajaron del coche, se miraron sin decir nada y se besaron de una forma que ambos sentían que desprendían chispas, se abrazaron y se quedaron dormidos.

Y a partir de aquí, la Niña soñaba con él todos los días, lo amaba por encima de todo, deseaba despertarse junto a él cada día, cada noche.
Pero Él se escondió de nuevo tras su fachada, muchas noches la llamaba, hablaban durante horas, pero no podía darle lo que la Niña quería. Y aún así ella seguía soñando.

Llegó un nuevo amor y, aunque la Niña soñaba con él igualmente pero lo veía imposible, decidió darle una oportunidad a ese nuevo amor. Pero una noche después de seis meses, el Chico prometió darle lo que soñaba.
La Niña corría calle abajo a su encuentro, ya lo había dejado todo, su nuevo amor, sus esperanzas, su personalidad, sus amigos, sus metas, cada zancada que daba para llegar a su destino, iba perdiendo un poco de lo que la hacía niña. Iba al encuentro del Chico Afortunado porque lo amaba y Él también a ella. Iba corriendo, casi sin aliento, las mariposas se agolpaban en su estómago, no podía más, iba a estallar de felicidad.

Cuando llegó a Él, lo tuvo claro, era el hombre perfecto, el amor de su vida. Se besaron con amor infinito, durmieron abrazados, muchas noches, muchos días, …

Pero no duró siempre, la Niña se fue muchas veces de su lado, veces en las que iba recogiendo los pedazos de la vida que había perdido. En estos la luz era oscura y su espiritu se iba marchitando. Le faltaba el aire, no respiraba más que la impotencia de quién ama y se siente sola.

Recogía sus metas, su personalidad, sus amigos,… y el Chico venía y prometía y a ella se le caía la cesta al suelo y rodaban otra vez calle abajo sus tesoros. Y llegó un momento en que la niña dejó de creer en finales felices, recogió sus cosas, hizo la maleta y se fue muy muy lejos.

Intentó recuperar esos tesoros que había pedido y poco a poco lo fue haciendo, además encontró otros en su Viaje: autoestima, confianza y fe.
Cuándo una mañana se miró al espejo, vio que ya no era una niña, en sus ojos había otra persona, era una Mujer que había amado mucho y que había perdido en la misma medida.

Me cuentan que la Mujer ya no volvió y que la vida le hizo muchos regalos, que fue feliz, pero no en un final de cuento, en un camino lleno de piedras, de arena y de cal.Estuvo la Mujer acompañada en este trayecto, (y todavía lo está) de un Hombre completo, de su mitad perdida, de un compañero que la hizo volver a amar.

Y las mariposas regresaron (menos agitadas) a ocupar su estómago, y las noches compartidas tenían más luz, y se olvidó por completo de su Mala Suerte y sólo a veces la Niña lloraba dentro de su ser. Entonces la abrazaba y enjugaba las lágrimas sobre su pecho: “ya pasó, ya pasó”.

4 comentarios:

  1. Muy bonito Noe, y muy real!!! Muaccckkk

    ResponderEliminar
  2. Y muy triste, y muy alegre a la vez! Las heridas se cierran con palabras.

    ResponderEliminar
  3. Noe, Que bonito...y como duele que sea cierto...me he visto en esas palabras, como supongo que muchas como yo, y todavía me punzan el pecho. Muy profundo.

    Esther

    ResponderEliminar
  4. Muy real, me gusta, me gusta como escribes, no lo que te ha pasado... pero como dice el Hombre completo, tu mitad perdida
    Ya pasó...
    Un bico

    María

    ResponderEliminar