domingo, 14 de noviembre de 2010

LOS PEEP TOES NO SON PARA EL INVIERNO


Se puso sus gafas Gucci y salió camino del trabajo cómo cada mañana.
Hoy estaba radiante, impecablemente vestida con un vestido negro que remarcaba su figura, con su recién estrenado Louis Vuitton del brazo, era la mujer más feliz del mundo.

Llegó a su puesto, se sentó en su mesa y saludó con el mismo tono de voz que cada día, un tono enérgico pero estudiado: “Buenos días chicas!!!!”

Ellas se giraron y empezaron a surgir los pensamientos, en pleno ritual de estudio mujer a mujer: “Y ese bolso? Será nuevo, no le voy a preguntar, igual es una imitación, mmm” ,“Pero mira sus mechas recién puestas!, tan rubia le hace muy mayor y con el solárium se ha pasado tres pueblos” , de repente todas las miradas se dirigieron a los pies, “Oh Dios mío lleva unos Louboutin!”

-Siii, son unos Louboutin, me los ha regalado Paul, ¿a que son estupendos?

Ellas, verdes de envidia, asintieron, con falsa alegría, -Si maravillosos, hahaha

La verdad es que encontrar a Paul había sido una suerte, 10 años mayor que ella y alemán empresario de la Hostelería nocturna, era lo mejor a lo que podía optar.

Le cumplía todos los caprichos, le dejaba mucha libertad porque apenas tenía tiempo para ella pues solía viajar a menudo por algún local en Alemania y además vivía en su piso en pleno Centro, qué más podía pedir!

-Pero bueno,-dijo una de sus compañeras-, los peep toes no pegan mucho para este tiempo, no? Hace frio ya…

-Yo no tengo ningún frio,…Bueno me pongo con los informes, a las 11 el café, vale chicas?

La verdad es que tenía los pies helados, pero es que tenía que estrenar esa maravilla de zapatos, y además le iban un poco justos porque no había su número y se había comprado un número menos a pesar de las advertencias de Paul. Por debajo de la mesa se descalzaba de vez en cuando para encontrar alivio.

Y en poco tiempo, llegó la hora del café, bajaron a la cafetería de costumbre
-“5 cafés con leche desnatada y sacarina, gracias”

Y, cómo todos los días, ninguna comió nada, aunque todas se morían de hambre pues la mayoría llevaba una fruta y un vaso de agua en el estómago.

Hablaron de sus cosas banales, de la boda de Cati, que ya estaba a la vuelta de la esquina, ninguna quería revelar el modelito que iba a llevar puesto, pero por supuesto todas querían quedar por encima de las demás en elegancia y, sobre todo, llevar el vestido más caro y de mejor marca.

Y salieron de nuevo hacia la oficina, en la esquina un montón de policía, ambulancia,… “Qué habrá pasado?” se interesaron y una vecina les contó, -“El chico que nos hacía los cristales, el pobre dormía en la calle y se ha muerto de una hipotermia, esta noche ha hecho mucho frio-la mujer empezaba a sollozar-nadie se dio cuenta hasta ahora que no reaccionaba, una desgracia, tan joven,…”

-“Ahhh. Bueno, gracias, hasta luego,” Y siguieron su paso, todas excepto Ella que se quedó inmóvil ante la escena.

-“Mar, llegaremos tarde, vamos!, luego Pedro se pone insoportable”

Tardó en reaccionar-“Si, subid, me he olvidado algo en la cafetería”

Y empezó a llorar con un llanto incontenible, una tristeza desbordante, un policía se le acercó: “Señorita está bien?” y no podía parar de llorar, ni contestarle, sólo lloraba, hasta que cayó al suelo vencida por tanta tristeza.

El Policía la levantó y le ofreció:-”Quiere tomar una tila, aquí al lado” Y ella asintió.

La camarera se acercó y, ignorando la situación y las lágrimas de la chica, y preguntó con desgana –“ Café con leche desnatada con sacarina?”

El Policía dijo, “No, una tila, por favor”

Le trajeron una tila que tomó con azúcar, con dos de azúcar y se la bebió a sorbos, más calmada y con la mirada perdida…

-“Conocía al fallecido?”

Y entonces empezó a hablar con total confianza:

-“Si, habíamos ido juntos al colegio, lo conozco desde los 7 años.

Todos los días lo veía por esta calle y hablábamos un rato, limpiaba los cristales del portal y de algunos comercios, pero no tenía cómo para pagarse una habitación, así que a veces los vecinos y yo misma, le dábamos para que durmiese en una pensión, sobre todo en días de invierno.

Ayer lo vi, le habían robado sus cosas, su saco, su abrigo, algún gracioso u otros mendigos, me dijo -”Qué frio hace hoy, Mar” y yo le dije –“Si”, sin más, pero iba pensando en una fiesta que estoy organizando para la semana que viene y no caí en darle los 20 euros para la pensión, Dios, es por mi culpa”

-“No es culpa suya, son cosas que pasan, he visto muchos casos como estos, chavales rehabilitados a los que nadie les da una oportunidad, usted hizo todo lo posible por él”

Ignorando sus palabras, seguía con la mirada perdida “Quisiera encargarme de su entierro, le dejo mi tarjeta, por favor, llámenme para gestionar todo” Y se levantó y se fue sin esperar réplica.

No fue a la oficina, se fue a su casa, se quitó con desdén la ropa, se frotó la cara para quitarse el maquillaje, se dio una ducha y envuelta en la toalla, se sentó en el suelo a llorar por Manuel.

Recordó que una vez le dijo que debía irse a Madrid por trabajo y él le dijo-“Vaya! Madrid, debe ser impresionante, una ciudad tan grande , con famosos en cada esquina y además tienen metro para ir a todas partes” Y ella rió:”No suelo usar el metro, demasiada gente” , aunque realmente pensaba, demasiada “plebe” y poca luz para lucir sus estupendos trajes.

Ahora pensaba que cuándo volviese a Madrid cogería el metro, cómo homenaje a él.

Estuvo cerca de una hora sentada en el suelo del baño, se secó el pelo, se hizo un moño y se puso un chándal.

Se sentó en el sofá a pensar ,por primera vez en sus 25 años de vida, en una persona con el mismo apego que sentía por un bolso Carolina Herrera y se dio cuenta de que su vida era vacía.

Se propuso que a partir de hoy, sería diferente, que buscaría piso, dejaría a Paul, acabaría la carrera que dejó hace un par de años y buscaría un sentido a todo.

Sentada en el sofá, podía ver los Louboutin perfectamente colocados al pie de la cama japonesa. Se levantó, los cogió y sin apenas dudarlo los metió en una bolsa, bajó y los tiró al contenedor con rabia.

Al fin y al cabo, sus compañeras de la oficina tenían razón, los peep toes no son para el Invierno, sonrió.

Y se dirigió al kiosko, compró unas chocolatinas y la prensa, había que empezar a buscar piso!

2 comentarios:

  1. Maginifico relato Noe!! Me ha encantado te lo juro. Me tuvo enganchada desde la primera a la última linea...Solo espero que sea fantasía, y que Mar pueda volver a esa calle y regalarle 20 euros a Manuel, que cambie el final...aissxx que penita más grande!!!

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  2. Gracias, Marta, mi lectora más fiel cómo siempre. La historia es ficticia, pero si que tiene un tinte de realidad , tristemente, y Mar es un estereotipo muy exagerado, pero realmente todos tenemos una Mar dentro , priorizamos lo material y damos un poco de lado a las personas que es lo más importante.

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